Después de este mes caótico de locura periodística, que seguramente es debida al papi Luis, tras tres entrevistas a la prensa, salir dos veces en la televisión local...y ahora, fotosesión para una revista suiza... he decidido compartir con vosotros el artículo que escribí y que según dicen se publicará en el Atlántico Diario... a saber cuándo. He decidido ponerlo en el blog tras el descomunal cabreo que me cogí por las mentiras que los periodistas han escrito sobre mí en sus artículos o de la información que ni se han molestado en contrastar, entrando así en el juego del sensacionalismo. Para los que hayáis leído los artículos, que os quede claro que ni soy posdoct ni Honoris Causa de ninguna universidad, y mucho menos me pagan una fortuna por estar aquí. Más bien todo lo contrario, podría representar el triste escenario que se repite a diario en el cual, universidades extranjeras muy listas tienen mano de obra cualificada y muy barata a cuenta del Estado Español. Pero como yo estoy más contenta que unas castañuelas, no me voy a quejar en absoluto. Espero que a la mayoría os agraden mis palabras o al menos consiga hacer reflexionar un poquito a aquellos que le dediquen un par de minutos a saber mi opinión sobre la situación actual de los científicos. Y mis palabras fueron las siguientes:
"Mis
primeros pasos en el mundo de la investigación fueron hace un par de
años, cuando a mi tutor, el profesor Luis Navarro, no se le pasaron
por alto mi motivación y mis ganas de trabajar, así que, me dio la
oportunidad de trabajar con su equipo y adentrarme en este fantástico
mundo que es la investigación, a la par que continuaba mis estudios
de Biología en la Universidad de Vigo. Hace tres años conseguí un
contrato como técnico del laboratorio de Ecología y Evolución de
Plantas, con cargo a un proyecto que tenía como objetivo el estudio
ecológico de las invasiones biológicas de especies no nativas, los
procesos y mecanismos de dichas invasiones así como sus efectos y
posibles consecuencias en los ecosistemas a lo largo de toda la costa
atlántica.
Actualmente
me encuentro trabajando como asistente de investigación para la
universidad danesa de Aarhus, en colaboración con el SNPA (Seychelles
National Park), en un proyecto basado en el estudio de las
interacciones planta-animal como fuente y mantenimiento de la
biodiversidad, y cuyo objetivo es escudriñar el funcionamiento de los
procesos ecológicos y su complejidad. Paralelamente, se estudia el
efecto de la introducción de especies invasoras en un ecosistema tan
delicado y particular como son las islas Seychelles. El trabajo como
asistente que desempeño en la actualidad, basado en el análisis de
redes complejas de interacciones mutualistas, es básicamente el
mismo que yo llevaba a cabo en Vigo, pero ante la falta de
perspectiva y prorrogación de mi contrato en un futuro me llevaron a
empezar a plantearme el continuar con mi formación y trabajo en el
extranjero.
A
pesar de mi carácter aventurero, a nadie le resulta fácil tener que
hacer las maletas por falta o carencia absoluta de un futuro en
nuestro país. Durante estos años trabajando en la Universidad he
tenido contacto con personas de diversos países y nuestro
laboratorio ha colaborado con investigadores de diferentes partes del
mundo, en las cuales he podido constatar que los científicos
españoles estamos muy bien valorados y recibimos una buena
formación académica que nos permite competir sin problemas con
investigadores de cualquier otro país. Fue durante mis años como
técnica cuando gracias al magnífico equipo con el que pude
trabajar, ese fantástico grupo de soñadores, como a mí me gusta
llamarles, adquirí las destrezas y conocimientos que a día de hoy
me han permitido llegar hasta aquí. Mantengo el contacto con la
Universidad de Vigo, pero la única manera de que los que trabajamos
en ciencia o soñamos con conocer un poco más del mundo de la
investigación, sea del campo que sea, o nos quedamos sentados
esperando engrosando las listas del INEM, o en el mejor de los casos,
a que nos llamen por un empleo cuyas condiciones serán bastante
tristes comparadas con las que podrían ofrecernos otros países
vecinos de Europa.
La
ciencia no se trata sólo de un trabajo, las personas que se dedican
a la ciencia no sólo lo hacen por un salario, es una pasión, un
sueño, estamos impregnados de una energía especial que es el motor
de nuestro día a día. La investigación se basa en la paciencia, la
constancia, el trabajo duro y mucha ilusión. La mayoría de las
lineas de estudio de los diferentes ámbitos científicos tardan años
en obtener resultados y más todavía si lo que se pretende es que
esos resultados tengan una aplicación beneficiosa para la sociedad.
Campos tan importantes como la genética, la biología molecular, la
inmunología, la ecología de la conservación...dependen no sólo
del trabajo eficaz y motivación de uno o dos científicos
brillantes, sino de la colaboración global e interdisciplinar de
muchas personas que trabajan día a día por un ideal, por avanzar un
poquito más, y lo bonito es que estas personas no trabajan movidas
por motivos económicos sino por el hecho de que han conseguido hacer
de su pasión su modo de vida y su forma de ganarse el pan, porque
los científicos también tienen que pagar sus alquileres y las
facturas de la luz. El problema surge cuando por ese trabajo y ese
esfuerzo no se consigue nada más a cambio que un salario casi
vergonzoso y una falta de medios patente en estos momentos en todos
los peldaños del ámbito científico. Yo pertenezco a una generación
muy bien preparada, formada para ser capaz de desarrollar mis
destrezas y ser competente en cualquier país, con un nivel de
conocimientos y capacidad de trabajo muy buenas, y eso lo saben en
otros países. Ahora mismo, la única opción que le queda a los
jóvenes como yo que trabajamos cada día para abrirnos paso en este
mundo exigente y competitivo, es coger las maletas y seguir con
nuestros pasos allá donde no sólo obtendremos una recompensa
económica sino la satisfacción personal de poder trabajar en esto y
hacerlo en buenas condiciones. Cuando descubres que sí se puede
vivir de la ciencia, que sí es rentable, que otros países tienen
claro en qué se debe invertir, la idea de volver a tu país de
origen donde no veías más futuro que la cola del paro, empieza a
hacerse una idea impensable (casi por obligación). Y eso en el mejor
de los casos, en el que por las condiciones particulares y personales
de cada uno te puedas enfrentar a la decisión de irte. No siempre es
posible. Una vez que consigues un trabajo fuera, tus pasos te alejan
más y más de España y te das cuenta de que este país invierte en
nuestra formación e infraestructuras para ello y luego, todo nuestro
potencial se queda en el extranjero y otros sacarán provecho de
ello. Sinceramente, en estos momentos, veo muy complicado mi regreso
a España, pues no podría estar haciendo el trabajo que actualmente
llevo a cabo aqui. Esta realidad es muy triste, ya que no sólo
afecta a los jóvenes investigadores que soñamos con devorar el
mundo, toca a todos los niveles de una jerarquía que ahora ve
mermado su equilibrio: licenciados que no consideran útil continuar
con sus estudios, profesores que pierden la motivación en sus
conferencias (pues qué clase de futuro les espera a sus alumnos...),
estudiantes de doctorado que se sienten frustrados ante la
incertidumbre de qué frutos recogerán como resultado de tantos años
de dedicación, investigadores que por falta de financiación tienen
que ver cerrados sus laboratorios y en el mejor de los casos ver
emigrar a esos jóvenes a los que con cariño han preparado para ser
el futuro relevo o los que optarán por un oficio diferente que les
permita poner un plato de comida caliente en su mesa cada día.
La
sociedad necesita a la ciencia, necesita a los científicos. Si hay
ciencia hay progreso, y la ignorancia, junto con el miedo, son los
mayores enemigos del hombre y los responsables del estancamiento
cultural e intelectual.
Durante
mi estancia en el laboratorio de Luis Navarro, junto con Victoria
Ferrero, Danny Rojas, Angel Vale, Sandra Rojas, Iván Rodríguez y
otros muchos fantásticos profesionales, aprendí que los
investigadores somos un grupo de soñadores incansables. Si seguimos
a pié de cañón con estas condiciones e incertidumbre, sumado a las
decepciones diarias...no me imagino hasta dónde podrían llegar
simplemente, con un poco de estabilidad laboral. No sólo queremos
trabajar, queremos hacerlo bien y mejor cada día. Soñamos con una
sociedad que se involucre y se empape de los nuevos conocimientos que
cada día, gracias al trabajo de muchas personas, se consigue
obtener. Nos pagan por aprender y descubrir y uno de los objetivos
actuales más importante, y objetivo del grupo DIVULGARE, es que esa
riqueza e información llegue al ciudadano de a pie.
Con
este movimiento al que se le ha denominado "fuga de cerebros"
perdemos todos, no creo que la sociedad española sea consciente de
los efectos a corto y largo plazo que supone todo el potencial que
está dejando escapar. Hay mucho talento en España y muchas personas
dispuestas a que el fruto de su trabajo beneficie directamente a su
país, pero sí estoy segura de que si este país no sólo cambia su
política, sino que además tenga algo que ofrecer para que esos
talentos vuelvan a casa, habremos perdido todos mucho más de lo que
en estos momentos podemos imaginar. Y esta es una realidad que me
resulta tremendamente triste. Confiemos en que cambie por el bien de
todos."
Trabajando en Salazie, hablándole a mi dulce Soulamea. |
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