sábado, 13 de octubre de 2012

Entrevista para el Atlántico Diario y El Faro de Vigo


Después de este mes caótico de locura periodística, que seguramente es debida al papi Luis, tras tres entrevistas a la prensa, salir dos veces en la televisión local...y ahora, fotosesión para una revista suiza... he decidido compartir con vosotros el artículo que escribí y que según dicen se publicará en el Atlántico Diario... a saber cuándo. He decidido ponerlo en el blog tras el descomunal cabreo que me cogí por las mentiras que los periodistas han escrito sobre mí en sus artículos o de la información que ni se han molestado en contrastar, entrando así en el juego del sensacionalismo. Para los que hayáis leído los artículos, que os quede claro que ni soy posdoct ni Honoris Causa de ninguna universidad, y mucho menos me pagan una fortuna por estar aquí. Más bien todo lo contrario, podría representar el triste escenario que se repite a diario en el cual, universidades extranjeras muy listas tienen mano de obra cualificada y muy barata a cuenta del Estado Español. Pero como yo estoy más contenta que unas castañuelas, no me voy a quejar en absoluto. Espero que a la mayoría os agraden mis palabras o al menos consiga hacer reflexionar un poquito a aquellos que le dediquen un par de minutos a saber mi opinión sobre la situación actual de los científicos. Y mis palabras fueron las siguientes:
Tuve la suerte de encontrar un Calumma tigris, un preciosísimo camaleón, endémico. No sé cómo explicaros la sensación que uno siente cuanto tiene ante sus ojos una criatura única, que casi nadie conoce y que de todo el mundo, sólo se encuentra en ese lugar. Sencillamente, mágico.

"Mis primeros pasos en el mundo de la investigación fueron hace un par de años, cuando a mi tutor, el profesor Luis Navarro, no se le pasaron por alto mi motivación y mis ganas de trabajar, así que, me dio la oportunidad de trabajar con su equipo y adentrarme en este fantástico mundo que es la investigación, a la par que continuaba mis estudios de Biología en la Universidad de Vigo. Hace tres años conseguí un contrato como técnico del laboratorio de Ecología y Evolución de Plantas, con cargo a un proyecto que tenía como objetivo el estudio ecológico de las invasiones biológicas de especies no nativas, los procesos y mecanismos de dichas invasiones así como sus efectos y posibles consecuencias en los ecosistemas a lo largo de toda la costa atlántica.

Actualmente me encuentro trabajando como asistente de investigación para la universidad danesa de Aarhus, en colaboración con el SNPA (Seychelles National Park), en un proyecto basado en el estudio de las interacciones planta-animal como fuente y mantenimiento de la biodiversidad, y cuyo objetivo es escudriñar el funcionamiento de los procesos ecológicos y su complejidad. Paralelamente, se estudia el efecto de la introducción de especies invasoras en un ecosistema tan delicado y particular como son las islas Seychelles. El trabajo como asistente que desempeño en la actualidad, basado en el análisis de redes complejas de interacciones mutualistas, es básicamente el mismo que yo llevaba a cabo en Vigo, pero ante la falta de perspectiva y prorrogación de mi contrato en un futuro me llevaron a empezar a plantearme el continuar con mi formación y trabajo en el extranjero.

A pesar de mi carácter aventurero, a nadie le resulta fácil tener que hacer las maletas por falta o carencia absoluta de un futuro en nuestro país. Durante estos años trabajando en la Universidad he tenido contacto con personas de diversos países y nuestro laboratorio ha colaborado con investigadores de diferentes partes del mundo, en las cuales he podido constatar que los científicos españoles estamos muy bien valorados y recibimos una buena formación académica que nos permite competir sin problemas con investigadores de cualquier otro país. Fue durante mis años como técnica cuando gracias al magnífico equipo con el que pude trabajar, ese fantástico grupo de soñadores, como a mí me gusta llamarles, adquirí las destrezas y conocimientos que a día de hoy me han permitido llegar hasta aquí. Mantengo el contacto con la Universidad de Vigo, pero la única manera de que los que trabajamos en ciencia o soñamos con conocer un poco más del mundo de la investigación, sea del campo que sea, o nos quedamos sentados esperando engrosando las listas del INEM, o en el mejor de los casos, a que nos llamen por un empleo cuyas condiciones serán bastante tristes comparadas con las que podrían ofrecernos otros países vecinos de Europa.
La ciencia no se trata sólo de un trabajo, las personas que se dedican a la ciencia no sólo lo hacen por un salario, es una pasión, un sueño, estamos impregnados de una energía especial que es el motor de nuestro día a día. La investigación se basa en la paciencia, la constancia, el trabajo duro y mucha ilusión. La mayoría de las lineas de estudio de los diferentes ámbitos científicos tardan años en obtener resultados y más todavía si lo que se pretende es que esos resultados tengan una aplicación beneficiosa para la sociedad. Campos tan importantes como la genética, la biología molecular, la inmunología, la ecología de la conservación...dependen no sólo del trabajo eficaz y motivación de uno o dos científicos brillantes, sino de la colaboración global e interdisciplinar de muchas personas que trabajan día a día por un ideal, por avanzar un poquito más, y lo bonito es que estas personas no trabajan movidas por motivos económicos sino por el hecho de que han conseguido hacer de su pasión su modo de vida y su forma de ganarse el pan, porque los científicos también tienen que pagar sus alquileres y las facturas de la luz. El problema surge cuando por ese trabajo y ese esfuerzo no se consigue nada más a cambio que un salario casi vergonzoso y una falta de medios patente en estos momentos en todos los peldaños del ámbito científico. Yo pertenezco a una generación muy bien preparada, formada para ser capaz de desarrollar mis destrezas y ser competente en cualquier país, con un nivel de conocimientos y capacidad de trabajo muy buenas, y eso lo saben en otros países. Ahora mismo, la única opción que le queda a los jóvenes como yo que trabajamos cada día para abrirnos paso en este mundo exigente y competitivo, es coger las maletas y seguir con nuestros pasos allá donde no sólo obtendremos una recompensa económica sino la satisfacción personal de poder trabajar en esto y hacerlo en buenas condiciones. Cuando descubres que sí se puede vivir de la ciencia, que sí es rentable, que otros países tienen claro en qué se debe invertir, la idea de volver a tu país de origen donde no veías más futuro que la cola del paro, empieza a hacerse una idea impensable (casi por obligación). Y eso en el mejor de los casos, en el que por las condiciones particulares y personales de cada uno te puedas enfrentar a la decisión de irte. No siempre es posible. Una vez que consigues un trabajo fuera, tus pasos te alejan más y más de España y te das cuenta de que este país invierte en nuestra formación e infraestructuras para ello y luego, todo nuestro potencial se queda en el extranjero y otros sacarán provecho de ello. Sinceramente, en estos momentos, veo muy complicado mi regreso a España, pues no podría estar haciendo el trabajo que actualmente llevo a cabo aqui. Esta realidad es muy triste, ya que no sólo afecta a los jóvenes investigadores que soñamos con devorar el mundo, toca a todos los niveles de una jerarquía que ahora ve mermado su equilibrio: licenciados que no consideran útil continuar con sus estudios, profesores que pierden la motivación en sus conferencias (pues qué clase de futuro les espera a sus alumnos...), estudiantes de doctorado que se sienten frustrados ante la incertidumbre de qué frutos recogerán como resultado de tantos años de dedicación, investigadores que por falta de financiación tienen que ver cerrados sus laboratorios y en el mejor de los casos ver emigrar a esos jóvenes a los que con cariño han preparado para ser el futuro relevo o los que optarán por un oficio diferente que les permita poner un plato de comida caliente en su mesa cada día.
La sociedad necesita a la ciencia, necesita a los científicos. Si hay ciencia hay progreso, y la ignorancia, junto con el miedo, son los mayores enemigos del hombre y los responsables del estancamiento cultural e intelectual.

Durante mi estancia en el laboratorio de Luis Navarro, junto con Victoria Ferrero, Danny Rojas, Angel Vale, Sandra Rojas, Iván Rodríguez y otros muchos fantásticos profesionales, aprendí que los investigadores somos un grupo de soñadores incansables. Si seguimos a pié de cañón con estas condiciones e incertidumbre, sumado a las decepciones diarias...no me imagino hasta dónde podrían llegar simplemente, con un poco de estabilidad laboral. No sólo queremos trabajar, queremos hacerlo bien y mejor cada día. Soñamos con una sociedad que se involucre y se empape de los nuevos conocimientos que cada día, gracias al trabajo de muchas personas, se consigue obtener. Nos pagan por aprender y descubrir y uno de los objetivos actuales más importante, y objetivo del grupo DIVULGARE, es que esa riqueza e información llegue al ciudadano de a pie.
Con este movimiento al que se le ha denominado "fuga de cerebros" perdemos todos, no creo que la sociedad española sea consciente de los efectos a corto y largo plazo que supone todo el potencial que está dejando escapar. Hay mucho talento en España y muchas personas dispuestas a que el fruto de su trabajo beneficie directamente a su país, pero sí estoy segura de que si este país no sólo cambia su política, sino que además tenga algo que ofrecer para que esos talentos vuelvan a casa, habremos perdido todos mucho más de lo que en estos momentos podemos imaginar. Y esta es una realidad que me resulta tremendamente triste. Confiemos en que cambie por el bien de todos."
Trabajando en Salazie, hablándole a mi dulce Soulamea.

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