sábado, 1 de septiembre de 2012

The Amazing Seychelles Islands


Disfrutando de nuestro increíble balcony.

¿ Qué es lo que lleva a una persona a alejarse diez mil kilómetros de su casa? Para mí hay dos razones principales: el miedo o la cordura. El miedo, cuando se escapa de algo que nos atormenta y en cuyo caso el problema no se solucionará, o la cordura, si se es consciente de lo loco que se ha vuelto el mundo, de cómo los valores carentes de cualquier valor o sentido son los que predominan y sobretodo cómo nos hemos acostumbrado a vivir en ausencia de amor y donde el perdón es el gran desconocido.

Beau Vallon Beach


Esperando en la T4
Yo salí corriendo para amar mi libertad y no avergonzarme de ello, para vivir la vida plenamente, porque es, simplemente, maravillosa, escuchando a mi voz interior que gritaba a pleno pulmón que no estaba donde tenía que estar y debía alejarme de las personas que no valoran la vida y se entretienen porque están aburridas, haciendo daño a los que tienen alrededor. Hay tantos tipos de sueños como personas en el mundo, sino más, el mío es sencillo y elemental, no es más que vivir la vida en plena felicidad, y eso es lo que hago, vivir plenamente feliz. Y así, pasito a pasito, con voluntad y constancia, con trabajo duro y tenacidad, es como mis pasos me han llevado hasta las Amazing Seychelles Islands...y tan increíbles que son. La compañía de las Indias no se equivocó en el siglo XVIII cuando describió este sitio como el Edén.

Las vistas de nuestro balcón
Diez largas horas separan Vigo de Madrid en un tren económico de media distancia, en el que tienes tiempo para reflexionar y sentir ese hormigueo en el estómago que te encanta, pues precede a una nueva aventura y la emoción del momento te hace sentir una embriagadez, entre el miedo a perder a los que quieres y dejar atrás lo conocido y confortable, por una incierta felicidad en un mundo nuevo, con el miedo a echar de menos lo que es tuyo y el miedo a que ese sueño que persigues no se cumpla y desees volver a tu hogar porque no has encontrado lo que buscabas. Pero cuando no buscas la felicidad, porque ya la tienes, la llevas contigo estés donde estés y hagas lo que hagas, simplemente buscas seguir la voz de tu corazón, entonces ese miedo se desvanece y sólo te queda una estupida sonrisa plasmada en la cara que no eres capaz de evitar y un brillo en los ojos propio de cualquier enamorado. No merece la pena temer por los que dejamos atrás, los que nos aman se quedarán felices porque saben que estamos viviendo nuestra vida a nuestra manera y que encerrar nuestro espíritu inquieto no haría más que marchitarnos lentamente, y los que se olvidarán de nosotros...tarde o temprano nos habrían olvidado igual. Algunas personas vienen, otras van y muy pocas  se quedan en nuestra vida para siempre, porque muy pocas son capaces de valorar la nobleza y valor de una amistad duradera.

Con la fortaleza que me transmitían mis nuevas y carísimas botas de montaña, un vaquero, una mochila de ocho kilos y otra de diecinueve, un pasaporte y trescientos euros en el bolsillo, un billete a mi libertad y el libro de "El monje y el Budista" que mi querido Jacobo tuvo, como siempre, el detalle de regalarme siendo consciente o inconsciente de cómo esos detalles llegan al fondo de mi corazón, llegué a la capital, donde mi querida Estela me acogió las horas previas al gran salto, porque una vez que pusiera el pie en ese avión, me prometí a mí misma que no habría espacio para el dolor ni para los fantasmas del pasado que no hacen más que incordiar e impedirnos vivir. A las personas que no nos han valorado o que nos han despreciado y han sido crueles no podemos por encima regalarles nuestros segundos de vida del futuro. Hay que darle gracias a la vida porque nos haya separado de ellos. Yo sé que después de estos dos últimos años nunca volveré a ser la misma, los que me quieren lo saben y lo notan, pero poco o nada habría aprendido si siguiera igual, así que ahora soy diferente, claro que sí, ahora soy mejor y más segura, y así debería ser siempre, aprender a protegernos más rápido de los que nos hacen daño.

Tan pronto se abrieron las puertas del tren noté la envolviente bofetada del calor asfixiante de Madrid en pleno verano. Hay una cosa que sí tengo clara, haga lo que haga con mi vida, jamás lo haré lejos de mi querido mar. Y en Madrid me esperaba el tan deseado encuentro con mi dulce Silvia. Cuatro años...casi cinco sin vernos. Me sigue resultando fascinante cómo se pueden establecer lazos con algunas personas que da igual el tiempo que pase, cuando estais juntos es como si no hubiese pasado más que una tarde.

Mientras nos poníamos al día yo no dejaba de buscar un libro que no soy capaz de sacar de mi cabeza, "Hasta donde me lleve el viento" del que me habló Javi y el que parece que me va a resultar difícil encontrar. Es uno de esos libros que esconden aventuras y experiencias interesantes de la vida que sin duda te cambian para siempre. Y me apetece de verdad encontrarlo, pues parece que se lo ha tragado la tierra. Mientras lo buscaba encontré el libro de Momo, tierno donde los haya, en una chiquitita y polvorienta tienda de Madrid, donde el encargado parecía todavía más chiquito y polvoriento, hasta parecía haber adquirido el color amarillento del paso de los años de todas esas páginas apiladas durante años y años, sin orden ni catalogación alguna, entre vinilos y cassettes, revistas de hace varias décadas y artilugios propios de un anticuario. Olía tan rica esa tienda... es como si al atravesar las jambas de la puerta sintieras la energía escondida en todos esos relatos esperando a que alguien quisiera saltar dentro de ellos y hacerlos propios.

Camino del currele...
Me despedí con una sonrisa, sin pena en el corazón, porque los últimos días en mi "pais" pude sentir la sinceridad de aquellos que me miraban diciendome a la vez " te vamos a echar mucho de menos" pero haciéndome sentir que estaba haciendo lo que tenía que hacer y que estaban orgullosos y felicides por mí.  Pocas veces he sentido un orgullo tan fraternal por parte de todos como en esta ocasión. No sé si lo merezco o me lo he ganado, sea como sea, muchísimas gracias a todos.

Hay cinco mil seiscientos cuarenta y seis kilómetros entre Madrid y Dubai, a unos novecientos treinta y tres kilómetros por hora, tardamos unas seis horas en llegar, a las doce y veinticinco horas de una calurosa noche a treinta y cuatro grados. Viajé en un avión en el que estaba sentada en la fila 49 y no alcanzaba a ver donde terminaban las filas de asientos, donde unas hermosas azafatas se encargaban con la delicadeza más tierna que no te faltara de nada y con todo lujo de detalles. Pero por más confortable que fuera el viaje, la emoción de ver hecho realidad algo por lo que has luchado tantísimo, no me dejaba cerrar los ojos ni dos segundos, porque simplemente no quería perderte ni un detalle.

Dubai es algo que te deja sin palabras, no sé si por el pavor de lo grandioso que es o por la estupefaccion de ver hasta qué punto la humanidad ha perdido la cordura. En medio de la nada, de la absoluta y desértica nada han construido un mar, han edificado una urbe que traspasa las dimensiones, a mi entender, de lo moral, edificios que parecen perderse en la atmósfera, luces y más luces, mansiones de lujo, puentes, torres, rascacielos y todo parece bañado en reluciente cristal y oro. Me hizo sentir miedo, en realidad me sentí aterrada y me entraron unas ganas de llorar terribles. Hubo un momento en el que creí no llegar a tiempo al siguiente avión, pues debido al tráfico aéreo tan intenso de Dubai nuestro piloto tuvo que hacer tiempo en el aire para tener derecho a la pista, y yo tenia 50 minutos para estar sentada en mi avión rumbo a Victoria Mahé. En Madrid tardé una hora y diez en llegar a la puerta de embarque...y me temía que Dubaí sería todavía peor. Pero me equivoqué, lo tienen todo tan bien organizado que sin problemas llegas a todas partes. El aeropuerto de Bubai es tan subrealista como la existencia de Dubai en sí misma.

Allí conocía a Sabrina Van de Velde, la adorable y tierna, a la par que loca, chica holandesa que sin saberlo se acabará convirtiendo en una buena amiga por no decir esposa jajaja.

Esperaba un pequeño avión y que estuviera lleno de turistas, pero me equivoqué de lleno. Emirates tiene dos vuelos al día a Seychelles, lo cual no veo por ninguna parte que el salga rentable, y la mayoría de las pocas personas que estábamos en ese gigantesco avión éramos residentes, trabajadores y un par de parejitas enamoradas que querían poner la guinda a su boda con  unas semanitas en el paraíso.

Hay 4763 millas hasta Mahé, casi otras seis horas de vuelo que empezaban a hacerse largas. Por suerte Sabrina consiguió dormir como un bebé. Yo opté por disfrutar de la selección de más de quinientas películas en todos los idiomas imaginables de las que disponían los monitores individuales que tenía el avión.

Cinco horas más tarde, pude disfrutar del que hasta ahora podría decir que ha sido el amanecer más hermoso que he visto, sin duda el prefació de un año que será igual que hermoso y a día de hoy ya ha cambiado mi vida de una forma radical y hermosa.

Con la luz del sol ya pude empezar a apreciar el increíble color turquesa del océano Indico...guau....y cuando empezamos a perder altura se podían distinguir las grandes masas de arrecife, algunos pesqueros y decenas de islotes que salpicaban el océano.
Increible puesta de sol
Llegamos al aeropuerto de Mahé a las seis y media de la mañana, es una isla tan chiquita que parecía que el avión iba a salirse de la pista. Es un aeropuerto de juguete, como una casa de muñequitas, diminuto y acogedor, como casi todo lo que vería después. El día estaba algo nublado, el mar calmo y nisiquiera se sentía el olor tan típico y exclusivo de Galicia, aquí el mar huele a dulzura a pesar de estar tan salado. Se abrió la puerta, se podían ver las sonrisas y las miradas felices que llenaban el avión, Sabrina y yo por fin pudimos decir "estamos aquí, esto es real" y seguíamos con esa estúpida sonrisa plasmada en nuestras caras. El sol salió tan tan tan rápido que me sentí confusa, y se mueve por el horizonte de una forma diferente, he perdido completamente el Norte y el sentido de la orientación aquí. Unos agradables veintiseis grados y mucha humedad acariciaron nuestra piel mientras bajábamos las escaleras del avión y yo saltaba esos tres últimos peldaños de una vez como le había prometido a Javi, para entrar en la isla a lo grande. Yo no sólo sentí el calor, sentí un cariño y tranquilidad que lo inundaba todo, un buen rollito y un ritmo diferente. Todo al mi alrededor era diferente, no conocia los árboles, no conocía las flores, los pájaros eran distintos y no podía creerme que se construyera a nivel del mar. Seychelles no es azul, la gente se equivoca viniendo aquí por la foto de la revista de la oficina de turismo, Seychelles es verde, pero un verde de una intensidad y virginidad que te sobrecoge. Es una isla perdida en medio de la nada con gentes tranquilas, casas de estilo colonial salpicadas por doquier con un respeto asombroso por el parque natural, que es básicamente toda la isla, nada de mega resorts, nada de gran ciudad, nada de lujos. Por haber no hay casi nada y la vida al parecer hace diez años era bastante dura aquí. Nuestras maletas tardaron horrores en bajarse del avión, mientras podíamos observar la simpática mezcla de rasgos de todas partes, pieles morenas, intensos ojos oscuros y pelo afro, aunque los rasgos eran tan variopintos, desde Mongolia a Tanzania. Toda una divertida gama de bellezas particulares. Por suerte mis viajes no son tan divertidos como los de Ángel, yo no tengo que salvar al mundo en terminales ni mis papeles desaparecen, mi vuelo fue muy confortable y agradable y entré en todos los paises sin el menor problema burocrático, lo cual se agradece enormemente.

Estábamos impacientes por conocer a Christopher Kaiser Bunbury, nuestro nuevo jefe, y nos daba igual dormir ese día o no, sólo queríamos subir a esas impactantes colinas cuyo desnivel no tiene piedad con nadie. Si sobrevivo a este año voy a salir de aquí tremendamente fuerte. En el tiempo que llevo aquí ya he notado como la masa muscular se está haciendo fuerte de caray...y qué remedio. En cien metros un desnivel de 600 es bastante hasta para mí, al menos la primera semana. Aunque estoy absolutamente convencida de que en muy poco tiempo podré subirlo hasta corriendo.

Vistas del archipiélago desde lo alto de Copolia

Chris vino a buscarnos al aeropuerto, un hombre adorable donde los haya, con un porte fuerte y altísimo, una sonrisa que enamora y un inglés de manual (él es alemán). Tiene los ojos color tierra y casi puedes ver en su mirada todos los viajes que acumula por África y te transmite en cada gesto su pasión por la naturaleza y su profunda felicidad por haber conseguido alcanzar ese equilibrio dulce en su vida. El trabaja para la universidad de Aarhus, en Dinamarca, y nos ha contratado para formar parte del proyecto "A novel experimental approcah with complex pollination network analysis to quantify the impact of habitat restoration on ecosystem integrity", toda esa palabrería para decir que trabajaremos con redes de polinización, con plantitas y bichitos, con sus interacciones, que vivimos en las playas más bonitas del mundo pero trabajaremos en las más salvajes selvas, que hablaremos en inglés y dominaremos el idioma tan bien como dominaremos cada centímetro de la isla al final del año y que sin duda viviremos experiencias inolvidables con personas todavía más inolvidables.

Primer día fue para conocer un poco el pueblo, instalarnos en nuestra nueva casa y conocernos un poco más. Se supone que teníamos que descansar, pero ninguna de las dos fue capaz de cerrar ojo, sin deshacer la maleta nos fuimos corriendo a ver esas playas y esas gentes nuevas y fascinantes. ¡Todos son tan adorables!te sonrién sin motivo y vienen a tu jardín a decirte como si nada que te van a coger un par de cocos para la cena jajaja.

Nuestra preciosa casa
Vivimos en Beau Vallon (bubalún), ¿¡¡Cómo no se va a ser feliz en un sitio que tiene nombre de cuento de niños!!? exactamente en una colina que recibe el nombre de Mare Anglaise, a cinco minutos caminando de la playa, bajo la imponente mirada del Mont Seychellois. Tiene gracia, ellos hablan y estudian inglés, pero básicamente todo lo escrito es una transcripción del francés. El "criol" es su lengua nativa, un batiburrillo de todo un poco que refleja la historia de esta isla, tardíamente descubierta, que perteneció a todos y a nadie y que fue empapándose de lo que franceses e ingleses iban dejando en ella. Ahora es una república independiente y creo que se puede respirar en cada habitante. Las dos calles principales de Victoria, la capital, se llaman Avenida de la Independencia y Avenida de la Liberación. Me parece tremendamente hermosos.

La terracita
Vistas desde mi habitación
Mis aposentos
Donde el tiempo se detiene
El jardín
Más y más jardín
Esperaba que nos colocaran en una casa cotrosa con malas condiciones y lo mínimo para pasar el mes, y no pude estar más equivocada. Vivimos en un apreciosa casa de madera, de tres plantas, con un balcón de ensueño, que da a un jardín enorme y en la que solo se respira paz.

Tenemos cuatro habitaciones gigantes y un salón de una planta entera. Yo no sé a qué está acostumbrado cada uno...pero esto para mí, es un sueño. Desde donde estoy sentada ahora puedo escuchar la música de nuestro alocado vecino, reggae por supuesto y alegría, el suelo cruje y le da un encanto adorable a esta mansión nuestra. El jardín es tan grande que sinceramente todavía no lo he recorrido todo y hay  más diversidad en un metro cuadrado de este jardín que en el Jardin Botánico de Madrid. Corre una brisa suave y cálidad. Se escucha un suave silbido de las hojas de los innumerables árboles. En el balcón tenemos un sin fin de aloes, las hojas de las papayas entran por el balcón y llegan hasta el techo. Puedo ver papayas, cocos, guavas, mangos, plátanos y un montón de canela por todas partes.

Tenemos un gigantesco árbol de Ylan Ylán que sobre las siete de la tarde desprende un increíble olor a caramelo que puedes sentir por todas partes. Tenemos té de ceylan y citronela. Tenemos Hibiscus y Lantanas. A la derecha del balcón se abre la selva virgen, tenemos un gigante  predrusco granítico que supera la altura de la casa y que realmente le da un toque salvaje a nuestro nuevo hogar.  Verde, un verde tannnnn luminoso que creo que por más que lo vea y lo vea no me acostumbro a él. 

Trabajando un poco, té, pan dulce y fruta
Por detrás de todas esas palmeras podemos ver un poco del mar y la isla de La Siluhette al fondo. Me muero de ganas de ir a la Siluhete, al parecer es el verdadero paraíso. Tenemos a Pedrín y Manolo, nuestros adorables geckos. Es de locos, estás sentado leyendo un libro y escuchando unicamente un monton de sonidos de aves tropicales que me muero por conocer y pasan sin ningun tipo de vergüenza un monton de coloridos geckos que te miran como diciento ¿y tú qué estás mirando? o levantarte por la mañana y ver que en tu almohada hay un nuevo amante que te da los buenos días al son del "ta ta ta taaaaaa" que están haciendo constantemente. Es muy bonito verlos comerse las papayas (aunque espero que se controlen jajaja  porque me muero por comérmelas yo). Es un balcón en el que parece detenerse el mundo y la verdad, con el trabajo que tengo, que no es que lo considere trabajo, lo considero una forma de vida, al llegar absolutamente agotada al atardecer, te da la vida un zumo de frutas, una silla de caña y lino y simplemente ver como la luz del día se va consumiendo tan rápidamente y aparecen los habitantes de la noche, no por ello menos hermosos.

Aquí los murciélagos son gigantes. Las flores hermosísimas y los bichos muy interesantes. Hay  más variedad y diversidad en el continente que en la isla, esto no es como puede ser Venezuela o Costa Rica, me sorprendió mucho que la mayoría de las especies arbóreas con las que voy a trabajar, tengan flores tan pequeñas y haya tan pocos polinizadores. Aún así, yo estoy tremendamente feliz porque he conocido muchas especies que eran totalmente desconocidas para mí. Y todas ellas son hermosas. No hay maripositas...hay que ir pensando a mudarse a Magascar....

Aunque le dedicaré una entrada del blog a qué hago, cómo y porqué en mi día a día, básicamente la idea es jugar a ser Paola Croft, poner al limite mi capacidad física para llegar a mi puesto de trabajo y  a sitios que son absolutamente increíbles. Pasar muchas horas en soledad observando y anotando, y luego el trabajo de ordenador cada tarde. Ha sido una semana muy agotadora, hemos aprendido el 80% de las especies de la isla en tres días y Chris tiene el infalible método de machacarte a preguntas una y otra vez una y otra vez...y al final, te las conoces todas. Pero tengo el cerebro absolutamente  fundido.

¡Las super tortugas!
Vistas desde el alto Trois Frères
Venga bonita, abre camino que tenemos que pasar por ahí...
Pedrín
Me siento muy orgullosa y feliz porque me he dado cuenta, de que a pesar de mis miedos, y no mentiré, mis inseguridades, me siento y me veo absolutamente capacitada para este trabajo, porque me he dado cuenta de que gracias al maravilloso equipo de profesionales con los que he trabajado en Vigo (gracias mis amores) de una forma u otra estoy lista para poder enfrentarme a lo que quiero ser y de hecho parece que ya soy. Y lo mejor, es este jefe mío que está tan tremendamente agradecido de que estemos aquí...hay que recordar que aceptamos, tanto Sabrina como yo, venir voluntariamente, incluso sin salario, aunque al final hayan cambiado las cosas. Es increíble cómo de mal están las situaciones en nuestro país...y eso me entristece. Por mucho que haya viajado por el mundo, hay sitios de mi querido Val Miñor que no serán superados por nada. Aquí las condiciones "malas" de los voluntariados son incluso mejor que un buen trabajo en ciencia en Galicia. Tengo casa, tengo coche, tengo salario, no pago luz, no pago agua, tengo una compañía asombrosa, se me ha equipado con material de primera y de calidad, se me ha dado formación y sencillamente se nos trata como princesas. Y sé que tanto Sabrina como yo, saldremos de esta isla con un buen nivel de profesionalidad y con unos conocimientos adquiridos durante todo el año en compañía de este adorable equipo de trabajo que sin duda nos abrirán muchas puertas para el futuro. Yo no sé si acabaré como biologa en el Kilimanjaro o poniento mojitos en una playa perdida, lo que sé es que estar sentada ahora mismo aquí, escribiéndoos sobre mis impresiones, me ayuda a creerme de una vez que estoy en las dichosas Seychelles, en un verdadero paraíso para naturalistas, trabajando oficialmente para el SNPA (Seychelles National Park), que ya tengo mis permisos de residencia, que soy oficialmente una ciudadana más, que los vecinos no me tratan como a una turista sino como a una más de la comunidad, que ya empiezo a conocer a cada pescador y cada frutero, a los instructores de buceo y a los niños que corretean como hormigas por la calle, y que son tan adorables que nos vienen a traer flores y decirnos "madam, llu arrrrre biutiful". Adorables. Estoy en proceso de aprenderme el idioma criol, jaja es muy divertido escuchar el inglés con palabras francesas pronunciado con acento africano. Es un shock intenso pero es divertido. "Comonsava?" y "mersi" son de las primeras palabras que escuché y casi me destornillo de la risa. Por supuesto la mitad de la isla es rasta total. No sabría decir si son guapos o no, hay mucho rostro tipo Rhiana y mucho tipo Nelson Mandela...y si me apuras hasta un Bruce Lee moreno, pero a todos se ven tan felices y tranquilos...eso sí, no me estreses...

La vida aqui no es fácil. Los meses paradisíacos son octubre, noviembre, abril y mayo, donde sí que se pueden ver esos cielos azules de ensueño y ese mar turquesa que corta la respiración. Pero mientras, tenemos cielos más o menos cubiertos, justo en nuestra colina llueve un montón (y cómo se agradece) al atarceder, caen unos chaparrones que yo aún no sé de dónde salen, porque pasamos de un cielo despejado al diluvio universal. Unos 28 grados de dia y 25 de noche. La humedad...pues yo no estoy segura si es porque soy gallega-sapo o vivo en el una zona de la isla más seca, pero no molesta para nada. Y sí que es verdad que el primer día me pasé todo el día sudada (lo cual hay que decir es muy erótico-festivo) pero ahora nada, estoy sequita siempre, salvo cuando a las seis de la mañana empezamos a subir esas colinas infernales. Entonces si que me podeis imaginar chorreando de la cabeza a los pies.

Mosquitos...pfff....no tienen respeto por nada ni por nadie. Y menos por alguna parte del cuerpo...son negros con rayitas blancas y son infernales. El primer día estaba toda contenta porque no tenía picaduras, duermo con mosquitera, con citronela y con un incienso que se usa aquí que al parecer los espanta. Pero el segundo....no me dejaron ni un centimetro de mi adorable cuerpecito. Y cómo pica. Decir que apenas hay mosquitos, no hay nubes masificadas horrorosas que no te dejan en paz. Pero como te pille uno...nos decían (y yo no me lo creía hasta esta semana) que después de las primeras picaduras y de pasarlo fatal, en menos de un mes ya no nos haría reacción y si no nos rascábamos nisiquiera nos picaría más de una horas. Decir que es imposible no rascarse, de hecho yo opté por rascarme hasta tener herida jajaja y así poder vivir. Y ahora decir con humildad que los nativos tenía razón, pican si, pero ahora ni cicatriz ni picor insoportable ni hinchazón. Un par de semanas más y bye bye mosquitos.

Sé que se está haciendo larga esta entrada... pero intento responder a la mayoría de las preguntas que me estais haciendo. Poco a poco y cuando conozca más la isla os escribiré más en detalle.

Las encantadoras gentes del mercado
Los precios:
Peixe fresco
Pues caro, aquí todo es carísimo. Todo lo que se supone que nosotros queremos comprar, la vida "europea" hay que traerla en barco, si es que el barco llega....en la isla sólo se cultivan cocos, tomates, patatas dulces y un sin fín de frutas tropicales. El pescado es excepcional y te lo traen desde la playa derechito a la sartén, por muy poco dinero y con una calidad suprema. Ahora, cosas como café (14 euros), chocolate (simplemente no hay), leche (3 euros), galletas (entre 1 y 5 euros), tés (5 euros), bebidas alcohólicas (unos 20 euros), comer de menu para turistas (16 euros), cocktail a pie de playa de frutas tropicales (18 euros, pero merece la pena), queso (mejor no lo busques), gasolina (1,30 el litro), bus (0,30 céntimos), frutas y verduras frescas del mercado, arroz, pasta y productos de aqui, como en España o tirando a lo bajo. Aquí se paga con rupias, al cambio un euro son 16 rupias, asi que por ejemplo me dio un patatús cuando descubrí que cobraba 8000 rupias. Más o menos 500 euros los traduces en lo equivalente a 800 euros aqui, pero hay que saber comprar. Si vives a base de zumos, arroz, frutas y verduras y todo de aqui, vives mejor que en España y la vida se te hace barata, pero no penséis que podreis haceros un bisctec con patatas fritas, ensaladita de verduras, beber una cerveza y de postre un helado con bizcocho sin ser ricos...porque lo haces un día, pero más no. Lo que pasa es que aqui hay tiendas que importan exclusivamente para turistas, turistas del norte de europa con buen salario y se encuentran que con lo que gastarian un día normal en Noruega aqui están genial. Ahora, un españolito medio, que le coja cariño al arroz y la papaya. Por otro lado, decir que lo que compramos en el mercado (QUE ADORO!) ya os escribiré más sobre el mercado, es tan "taste" que casi lloro al probar un tomate que sabe a tomate, y sencillamente el mango es para volverse loco. Pero sí que se echa de menos el pan, tomarte un café con leche por las mañanas...yo no sé si Luis podría vivir aqui a 20 euros el paquete de café. Yo tengo un truco, si algo vale por ejemplo 20 rupias, pienso: lo divido entre diez y es menos. Es decir, 20 rupias es menos de dos euros.

Sábado, de compras, ñam ñam
Lo demás, pues para ser precio turista no es caro. Un inmersion de buceo con todo el material y el barco y demás te cuesta 400 rupias, que son 30 euros, osea, yo diría que hasta barato.

Me llevé una grata sorpresa al descubrir que esto no es nada turístico, osea, no hay macro hoteles, resorts, urbanizaciones de lujo (las hay pero en islas a parte, aqui hay gente que paga 5000 euros por una noche en una casa mona encima de un islote de arena sólo por pagar la privacidad). Pero las playas son geniales, en la más turística si hay 50 o 60 personas es mucho...los que más están de fiesta aquí son los nativos, que se cogen sus rancheras o sus jeeps, llevan una mesa de madera, se plantan en la playa al atardecer, con todo tipo de comida y música a tope y a bailar como cosacos (sexualmente activos por el movimiento de locos que le dan al cuerpo XD). Los niños pequeños yo sé que tiene colegio...ahora, que están todo el santo día jugando en la playa...eso también. Viven muy felices la verdad, pero viven con nada o menos.

Sigo diciendo que esta isla es más de pateadas de montaña machete en mano para ver las cosas tan diferentes que hay que para estar en la playa. Y el buceo...Dios...el otro diá fuimos a la isla del Edén, que para mi tristeza la han convertido en un sitio casi privado de ricachones y apenas queda nada natural, aunque los libros hablan maravillas...y tomamos una cervecita local en un muelle de madera que si te asomabas veias un azul cielo increíble, con pececitos de colores y tortugas a su aire....precioso.

Aqui la carrera que hay (porque sólo hay una) es estrecha y como el peor camino que te puedas imaginar de Galicia, tremendamente estrechas y con unas cunetas donde si metes el coche olvídate de sacarlo. Así que no sólo es conducir por la izquierda, es no caerte en la zanja...y esta peña conduce alcoholizada a partir de las 7 de la tarde, ellos muy felices, pero o pasas tú andando o pasan ellos. Situaciones de "hoy muero" se dan todos los días. Por lo demás,a pesar de que hay bichitos por aquí que dan miedito, nada de la selva te hace daño, hay muchas plantas medicinales y casi todo comestible. Ahora, en el mar...en el mar te mata todo...desde los dichosos stonefish hasta los tiburones. Asi que hay que tener cuidadito y aun así, si te tiene que pasar algo...pues mejor déjate morir rápido.

Creo que podría pasar mucho tiempo de mi vida aqui, pero entiendo porqué la gente no se queda  a vivir aquí para siempre. No deja de ser una isla de 25 kms, que el otro día fui a correr (bajo la tremenda mirada de los locales...jaja) y casi me salgo de la isla. Es un sitio de paz y tranquilidad, para enamorarse de la vida o venir enamorado, para aprender sobre ecología y mar, para relajarse y comer lo rico de aqui, ahora quedarse...debe ser algo intenso si estás muy acostumbrado a la vida europea.

Yo no podría estar más contenta. De momento con más energía que nunca, y eso es difícil, pero también decir que para agotarme a mí...tiene que ser intenso y lo está siendo. Pero es genial saber que muchas personas organizan sus vacaciones para hacer lo que hago yo en un día a día, que mi oficina está a 700 metros sobre el nivel, con senderos propios del Congo y que paso horas en silencio meditando. Y es más, ayudamos en un proyecto de control de especies invasoras, asi que por encima, cuando volvamos, esta isla estará más sana, yo tendré la llave de un futuro y otro idioma que fluye con normalidad (y un poquito de criol), por no hablar de estas adorables personas que sé que me marcarán. Está bien abrir la mente a algo nuevo y viajar siempre con un propósito.

Beau Vallon Beach, nuestro primer paseo

Mentiría si digo que no os echo de menos, pero también mentiría si dijera que no estoy de putísima madre. Cada día es una enorme lección, tanto de biología como de supervivencia y yo, sinceramente, no podría haber pedido más a la vida.  Sabrina es un encanto y mis compañeros nativos también. Echo mucho de menos a Lúa y no volveré a irme a ningún sitio sin ella. Así me la tenga que traer remando.

Gracias a todos los que me habeis acompañado en mi viaje y sin los que no podría haber llegado hasta aqui.

Y esta es la playa más turística...

                                                                   Nunca perdais la sonrisa

El árbol donde los niños juegan, donde parece pararse el tiempo y cada atardecer el cielo se vuelve violeta...

El árbol donde los niños juegan, donde parece pararse el tiempo y cada atardecer el cielo se vuelve violeta...